Mi padre además de gran persona, es un gran contenedor
desbordado de refranes.
Uno de los que siempre mencionaba cuando era pequeña y que
nunca entendía era “A esta casa se llega comido, llorado y cagado”.
A los diez años pensaba que esta frase era literal y con el tiempo me di cuenta que seguía
siendo literal, pero con un pequeño matiz.
Ahora imaginemos que esa casa es nuestra propia persona y
que a esa casa llegan invitados. Unos invitados que pueden ser tu familia,
amigos, pareja, hijos, etc.
Evidentemente esos invitados, como todos los seres humanos,
traen sus miserias personales. Pero la única diferencia es que esas
miserias las depositen en tu casa y se larguen o que las compartan, te pidan
ayuda y se unan generosidad y colaboración para que ninguna de las partes se
sienta como un miserable.
Esto último, siempre es mi intención, pero a veces no
coincide con la del invitado.
Los caníbales, son esa especie que llega a tu casa con
hambre y arrasa todo lo que hay en la nevera. Si es un vampiro te hackeará la
wifi y te dejará sin conexión. Si es un zombi se comerá tu colchón para que no
puedas echarte a dormir y soñar con tu vida.
Los victimistas son la especie desnatada, pero no por ello
menos peligrosa. Te llorarán y te manipularán. Llegarán con su camión cargado
de frustración y te lo soltarán en mitad de la cocina. Intentarán pintar tus
maravillosas paredes de color rosa, con el tono más negro de la paleta. Inundarán
tu casa con sus propias lágrimas y te dejarán empatanado.
Los acojonados llegan, se cagan en mitad de tu salón y se
largan. Lo podrían hacer en el baño, como todo el mundo, pero no. Su mayor
placer es inundarte con sus miedos personales de mierda en el lugar más
expuesto y visible de tu persona. Para que no se te olvide.
He conseguido diseñar una estrategia para cada uno de estos
sujetos invasivos.
Cuando noto el primer mordisco de un caníbal, le pongo una
hélice a mi casa y salgo volando.
Si me encuentro con un victimista, coloco un chubasquero a
mi casa y la hago impermeable.
Los acojonados son los más difíciles de predecir porque sus
miedos permanecen ocultos. Si aparece un acojonado y ha conseguido cagarse en
mi casa, le devuelvo su caca que para eso están sus tuberías. Para soportar
su mierda.
Con el paso del tiempo, he llegado a comprender que tienes
que mantener tu casa limpia de invitados caníbales, victimistas y acojonados.