sábado, 11 de octubre de 2014

A dos metros de ti.

Recuerdo que subíamos una montaña.
Recuerdo que siempre caminaba a dos metros de ti. Por detrás.
Recuerdo que había momentos en los que tu subías la velocidad y la distancia se iba haciendo más grande.
Recuerdo que te dabas cuenta y te parabas a esperarme. Y cuando volvíamos a caminar juntos, poco a poco te ibas separando y esa distancia se iba acercando de nuevo a los dos metros.
Recuerdo que todos estos momentos sucedían cuando subíamos la montaña. Cuando el esfuerzo era más grande que nuestra energía.
Recuerdo también las bajadas, cuando caminábamos relajados charlando. En ese momento era todo fácil. El esfuerzo era mínimo.

Y ahora la montaña se ha vuelto más difícil, más empinada. Tanto que me he quedado sin energías para seguir subiendo.
Y me voy alejando por detrás, sin que tu te quieras dar cuenta.
Y si en algún momento te das la vuelta, comprobarás, que te he dejado marchar.
Y que nunca volveré a estar, ni siquiera, a dos metros de ti.