Por eso, ahora más que nunca, estoy tirando de mi parte infantil. Y no me avergüenza. Porque para descubrir hay que volver a nacer. Y si tengo que volver a nacer cien mil veces, para no perderme cosas, volveré a hacerlo.
Te das cuenta que en apariencia algunas cosas tienen significados ocultos que puedes encontrar. Es como cuando buceas y pasas del agua opaca a un mundo subterraneo infinito lleno de matices, colores y ritmos. Y eso vale oro. Por eso merece la pena volver a empezar a andar, a hablar, a sentir...a vivir.
Aunque sólo sea por esto, merece la pena levantarse cada día.
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