domingo, 23 de septiembre de 2012

La luz perseverante


Veo una luz muy pequeñita.
Una luz que mira ansiosa, porque piensa que no la he visto.
Trata de llamar mi atención con movimientos vibrantes
y se engalana con sus plumas de pavo real para impresionarme.

Es cierto que la he visto.
Es cierto que a ratos me conquista y que a ratos la ignoro.

Pero la luz es tan terca como un bebé llorando.
Se mete entre mis sábanas de piel buscando un gramo de vacío para anidar.
Construye trenzas de oro con cada una de mis canas, haciendo ver que puede transformar el paso del tiempo en algo bello.
Invade mis sesos como si fuera a cocinarlos y a comérselos.
La luz me persigue, me traspasa y sigue avanzando sin mirar atrás.
Y en esa carrera,
a mi,
no me da tiempo.

Si alguna vez me ilumina, dejaremos esta batalla.
Porque ella me promete,
amor eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario