jueves, 20 de septiembre de 2012

Un cuento: La pluma valiente

Una pluma manchada de petróleo, se mataba con el mar por salir y volar.
Quería alejarse de esa zona viscosa como fuera.
Una oscuridad negra no dejaba que sus ojos tuvieran claridad. Esa mancha era más poderosa.

Así que la pluma, con todas sus fuerzas, comenzó a moverse. ¿Sabéis lo que les pasa a las plumas cuando intentan moverse? Emiten un ligero cosquilleo.
El mar empezó a revolverse nervioso.
Sus carcajadas en forma de olas, le vinieron muy bien a nuestra protagonista la pluma.
Y por eso en un arranque de surf, la pluma (a partir de ahora “Pluma” a secas) bordeó la ola y la cabalgó como si estuviera en un rodeo.
Llego a la orilla tras conquistar cuatro olas más.

En la orilla le esperaba una manifestación pacífica de granos de arena, que abrazaron a Pluma y la felicitaron por tan heroica hazaña.
Con lo que no contaba Pluma era con rocas y pedrolos varios.
Eran un segmento dentro del gremio de la geología muy agresivo.
Además, las rocas eran magnéticas. Nunca se entendía porqué, pero al final siempre te chocabas contra ellas.

Sin embargo, en esta ocasión el mar del que se había querido alejar tanto y contra el que había luchado con todas sus fuerzas, le había dejado un regalo.
Un fantástico abrigo de plástico negro y petrolífero, que le aseguraba pasar de peso pluma a peso pesado.

Y Pluma ya no volvió a ser blanca, ni a ser ligera, pero a cambio vivió y murió abrazada por sus amigos, los granos de arena.

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